November 22, 2024

Adaptarse a la “energía” del cliente: una consideración crucial para los coaches

En el coaching, la palabra "energía" surge a menudo cuando intentamos describir la dinámica de una conversación. Es una de esas cosas intangibles que todos reconocemos intuitivamente, pero que nos puede costar expresar con claridad. Cuando los coaches hablan de “energía”, a menudo se refieren a aspectos observables de la interacción, como la velocidad del habla, la frecuencia y duración de las pausas, el tono y la modulación de la voz, las expresiones faciales que van de tristes a felices y la postura corporal, ya sea encorvada y de movimientos lentos o animada con gestos animados. Estos elementos juntos crean el ritmo y el estado de ánimo de una conversación.

Igualar la “energía” es una parte instintiva de una buena conversación. Si bien puede parecer sencillo (simplemente reflejar la “energía” del cliente para conectar), no siempre es la mejor opción para guiar una sesión productiva. Profundicemos en por qué la “energía” es importante en el coaching, los riesgos de igualar la “energía” demasiado de cerca en ciertas circunstancias y cómo podemos reflexionar sobre este importante aspecto de la práctica para mejorar nuestro trabajo.

¿Qué es la “energía” en el coaching?

En el contexto del coaching, la “energía” puede describirse como el estado emocional y físico que el cliente trae a la conversación. Se transmite a través de señales verbales y no verbales. A continuación, se indican algunas que se deben tener en cuenta:

1. Velocidad de conversación: ¿el cliente habla rápidamente y con entusiasmo o lentamente y de forma vacilante?

2. Frecuencia de los descansos: ¿hay pausas largas en las que el cliente reflexiona o la conversación es un flujo continuo de ideas?

3. Modulación de la voz: ¿su voz sube y baja con entusiasmo o se mantiene monótona?

4. Expresión facial: ¿sonríe, frunce el ceño o muestra una cara neutra?

5. Postura y movimiento: ¿está animado con gestos o está encorvado y quieto?  

Como entrenadores, nos sintonizamos naturalmente con estas señales. Esta sintonización nos permite conectar con el cliente y fomentar la confianza. Sin embargo, la forma en que respondemos a esta "energía" puede afectar significativamente la efectividad de la conversación de coaching.

Cuando la "energía" del cliente es baja, la "energía" baja a menudo se manifiesta como un habla lenta, una voz monótona, gestos limitados y una postura pesada o retraída. Los clientes en este estado pueden estar reflexionando sobre emociones difíciles, lidiando con la incertidumbre o simplemente sintiéndose agotados. Si bien es natural reflejar esta "energía" para transmitir empatía, hacerlo demasiado de cerca a veces puede conducir a una espiral descendente en "conversación sobre problemas" en la que el problema parece cada vez más pesado cuanto más nos centramos en él.  

Cuando tanto el coach como el cliente operan en un nivel de "energía" bajo, el enfoque puede permanecer demasiado tiempo en las dificultades, frustraciones o lo que no está funcionando. Esto puede crear un ciclo de retroalimentación donde el cliente se atrinchera aún más en sus desafíos. Por ejemplo:

- Un cliente podría decir: "Ya no sé qué hacer", en un tono lento y derrotado.  

- Si el coach imita este tono y postura, respondiendo con algo como: "Parece que estás estancado", la sesión podría permanecer estancada en este espacio emocional.  

En cambio, el coach puede cambiar suavemente la "energía", no de una manera que parezca disonante o despectiva, sino agregando un toque de curiosidad o esperanza. Por ejemplo:  

- "Parece que has estado trabajando muy duro para resolver esto. ¿Qué es una pequeña cosa que te gustaría sentir de manera diferente sobre esta situación?"  o

- “Eso suena duro, ¿cómo lo estás afrontando?”

Al aumentar sutilmente la “energía”, el coach invita al cliente a un espacio progresista y lleno de recursos, al mismo tiempo que respeta sus sentimientos actuales.

Elevar la “energía” animándolo obviamente también es contraproducente.

- Un cliente podría decir: “Estoy tan triste y me siento realmente desesperanzado”.

- Si el coach continúa contradiciendo al cliente alegremente: “Ahh, ahora no es tan malo, ¿verdad? Siempre has encontrado una salida, ¿verdad?”, el cliente probablemente intentará convencer al coach de que SÍ es tan malo, entrando así en una espiral negativa.

Cuando la “energía” del cliente es alta

Los clientes con “alta energía” a menudo hablan rápidamente, saltan de una idea a otra y muestran gestos y expresiones animados. Estos clientes pueden estar entusiasmados con las posibilidades, ansiosos por resolver problemas o sentirse abrumados por el gran volumen de sus pensamientos. Igualar esta "energía" puede generar inicialmente una buena relación, pero también conlleva riesgos.

Cuando un coach iguala una "energía" alta sin moderar el ritmo, la sesión puede convertirse en un torbellino. La conversación puede avanzar demasiado rápido, dejando poco espacio para la reflexión. Tanto el coach como el cliente pueden encontrarse pasando por alto la superficie de ideas importantes o llegando a conclusiones prematuras.  

Por ejemplo:  

- Un cliente puede decir: "¡Hay tantas cosas que quiero hacer! Podría comenzar con X, pero luego está Y, ¡y tal vez Z sería más rápido!"  

- Si el coach responde al mismo ritmo frenético --"Sí, y también podrías probar A o B!"- la conversación corre el riesgo de volverse dispersa y abrumadora.  

Aquí, el coach puede actuar como una presencia estabilizadora. Al reducir la velocidad intencionalmente e introducir pausas reflexivas, el coach crea espacio para que el cliente piense más "profundamente". Por ejemplo:  

- "Tienes tantas posibilidades emocionantes aquí. Tomemos un momento para explorar: ¿qué te resulta más energizante en este momento?"  

Este cambio sutil en la "energía" puede permitir que el cliente canalice su entusiasmo hacia una mayor claridad y concentración, lo que puede ser más útil.

Por supuesto, en ambos casos, siempre puedes asociarte con tu cliente y hablar sobre cómo le gustaría que respondieras a su "energía" 😊

La "energía" como una co-construcción

El coaching, como cualquier conversación, es una co-construcción: una danza entre el coach y el cliente. La “energía” fluye y refluye naturalmente a lo largo de la conversación, influenciada por ambos participantes. Esto significa que la “energía” del coach no solo responde a la del cliente, sino que también da forma sutilmente a la interacción. Reflexionar sobre sus sesiones de coaching con esta perspectiva puede ser increíblemente revelador. Considere estas preguntas: - ¿Cómo coincidí o cambié mi “energía” en respuesta al cliente? - ¿Mi “energía” creó espacio para que el cliente reflexionara o amplificó su estado actual? - ¿Hubo momentos en los que mi “energía” dirigió involuntariamente la conversación en una dirección menos útil? Escuchar grabaciones de sus sesiones puede ayudarlo a notar patrones y tomar decisiones más intencionales en el futuro.  

¿Se puede dirigir la “energía”?

Si bien es útil ser consciente de la “energía”, tratar de controlarla conscientemente durante una sesión puede ser contraproducente. Concentrarse demasiado en su “energía” puede distraerlo de estar completamente presente con el cliente. En cambio, considere esta conciencia como un marco de fondo, algo sobre lo que reflexionar después de las sesiones en lugar de microgestionar en tiempo real.  

La clave es el equilibrio. Como coaches, nos adaptamos naturalmente a la “energía” del cliente. Al mismo tiempo, tenemos la responsabilidad de guiar suavemente la conversación hacia espacios constructivos y reflexivos. Si tenemos en cuenta los riesgos de combinar demasiado “energía” con “alta” o “baja”, podemos ayudar mejor a nuestros clientes a lograr sus objetivos.

Conclusión: El flujo de “energía” en el coaching

La “energía”, como se definió anteriormente, es una parte esencial, aunque a menudo invisible, del proceso de coaching. Ya sea que la "energía" del cliente sea baja y contemplativa o alta y entusiasta, es importante navegar estos estados con cuidado. - Cuando la "energía" es baja, resista la tentación de reflejarla por completo, ya que esto puede llevar a una espiral descendente. En cambio, introduzca cambios sutiles hacia la curiosidad y el ingenio. Y, por supuesto, evite "animar" al cliente desestimando así sus problemas. - Cuando la "energía" es alta, actúe como una presencia estabilizadora, creando espacio para la reflexión y la claridad en medio del entusiasmo. - En última instancia, el coaching se trata de co-crear un espacio donde el cliente se sienta visto, escuchado y apoyado. La "energía" es parte de esta co-construcción, que fluye naturalmente entre el coach y el cliente. Al reflexionar sobre cómo se manifiesta la "energía" en tus sesiones, puedes profundizar tu práctica y crear conversaciones más impactantes.

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