¿Qué es eso? ¿Estamos entrenando a los gentiles compañeros grises de orejas largas (que me parecen absolutamente adorables)? No. "Entrenamiento de burros" es un término acuñado por Federica, una encantadora entrenadora de SolutionsAcademy de Italia. No sé nada sobre los burros italianos, pero sí conozco la tradición alemana sobre los burros: si intentas forzarlos, no se mueven. Si los tiras por delante, clavan sus pezuñas y no se mueven, si los azotas con un palo se enfadan.
Ahora bien, ¿qué tiene todo esto que ver con el coaching?
Cuando empezamos a entrenar o a aplicar un estilo de coaching en el liderazgo, a menudo pensamos que sabemos dónde debería terminar el cliente, cuál debería ser la solución. Intentamos hacer "preguntas socráticas" que deberían llevar al cliente a la "respuesta correcta" y nos decepcionamos si no lo logramos. Al igual que la persona que intenta mover un burro, no tenemos éxito porque hemos determinado cuál es el camino y no el burro. Esto es frustrante para ambas partes: el entrenador se siente impotente e incompetente, el cliente se siente presionado. El entrenador y el cliente lo tienen mucho más fácil si el entrenador y el cliente caminan uno al lado del otro y el entrenador no empuja ni tira, sino que acompaña. Comparemos los diferentes estilos de preguntas.
Coaching del burro
Digamos que el cliente quiere ser más asertivo. El entrenador y el cliente han explorado situaciones en las que el cliente es más asertivo. El coach decide que el cliente debe utilizar estas experiencias y aplicarlas en la situación actual.
¡Tada! El cliente se ha empecinado, igual que el burro cuando se siente empujado o tirado. Coach y cliente están jugando a un juego de "Sí, pero..." y el cliente está pensando mucho sobre por qué esto no funcionará, lo que realmente no es útil.
Coaching lado a lado
Tomaremos la misma situación.