Por supuesto, un coach siempre debe escuchar al cliente. Nuestro enfoque está en el cliente, que es el centro de la conversación y merece toda nuestra atención. Sin embargo, una de las cosas por las que nuestros clientes nos pagan es que podemos ayudarlo a centrar su atención en áreas potencialmente útiles. No lo decidimos nosotros mismos, sino que nos asociamos con el cliente para verificar si el enfoque de nuestra conversación es lo que le gustaría hablar.
Entonces, ¿cuándo no debería escuchar activamente?
A veces, el cliente quiere ser útil y compartir todos los detalles de una historia problemática. Quién dijo qué, qué sucedió, de quién fue la culpa y por qué fue difícil. Por supuesto, escuchamos estas descripciones y reconocemos las dificultades. El cliente tiene todo el derecho de hablar sobre lo que quiera.
Como coaches centrados en soluciones, sabemos que hablar sobre el crecimiento, los cambios deseados, los cambios que sucedieron en el pasado y que dan esperanza para el futuro son señales de un coaching exitoso. Por eso preferimos invitar a hablar sobre estos temas.
Ahora supongo que estás confundido: ¿escuchamos o no escuchamos?
Sí, pero no participamos en lo que tradicionalmente se entiende como "escuchar activamente". Muchas de las descripciones de "escucha activa" implican que el coach parafrasee, repita y resuma lo que el cliente ha dicho; basta con observar una de las descripciones de los marcadores del PCC para la competencia central 6 de ICF: "6.7: El coach refleja o resume sucintamente lo que el cliente comunicó para garantizar la claridad y comprensión del cliente".
Aquí es donde nosotros, como coaches, podemos marcar la diferencia
Si el cliente está hablando de lo que no quiere, lo que le impide obtener lo que quiere, etc., podemos resumir o reflexionar utilizando una "expresión deíctica". Una expresión deíctica señala algo que se dijo sin repetirlo. Por ejemplo:
Cliente: “Estoy harto, realmente no sé qué hacer. Odio mi trabajo, mi matrimonio está fracasando. Todo esto es horrible”.
Coach: “¡Eso suena duro! ¿Cómo lo estás afrontando?”
El “eso” es la partícula deíctica. El coach resume sin repetir y, por lo tanto, da más peso a la descripción del problema. Compárese esto con:
Cliente: “Estoy harto, realmente no sé qué hacer. Odio mi trabajo, mi matrimonio está fracasando. Todo esto es horrible”.
Coach: “¡Lo siento mucho! Estoy escuchando que no sabes qué hacer, odias tu trabajo y tu matrimonio está fracasando. Y mientras dices esto, tu expresión facial es realmente triste. ¿Puedes decir más?”
En el segundo ejemplo, la invitación es a una descripción del problema y su contexto. Puedes imaginar que la segunda conversación va a permanecer en “tierra desesperada” por mucho más tiempo que la primera.
Un uso perspicaz de la “escucha activa” sería saber cuándo reflejar con expresiones deícticas (cuando se trata de problemas) y cuándo reflejar con palabras clave (cuando se trata de lo que se desea, lo que es importante, lo que le da fuerza y agencia al cliente).
Si quieres explorar estos u otros temas, aprender sobre nuestros cursos o simplemente pasar el rato con un par de excelentes entrenadores, únete a nosotros para nuestro encuentro e intercambios gratuitos: